En el albergue A Pena, donde nos prepararon una copiosa cena de amistad, nos juntamos varios grupos de pelegrinos con diferentes destinos, (unos íbamos en dirección a Finisterre, otros a Muxia y algunos hacían en camino a la inversa, de regreso a Santiago). Ahí conocí a Rui, un joven pelegrino Portugués que se dirigía a Muxia .Quedamos en madrugar el día siguiente y caminar juntos hasta O Logoso. (Los primeros 30 kilómetros que coincidíamos en la ruta). Yo tenía programado hacer una larga etapa de 48 km y llegar a Cee. Quería dejarme la última etapa más corta, para disfrutar y recrearme viendo un atardecer en cabo de Finisterre, donde, según los romanos, moría el sol y hacia donde dirige sus pasos la Vía Láctea, en su camino sembrado de estrellas.
A las 6 de la mañana nos colocamos el frontal y salimos abriéndonos camino en la oscuridad, desde el albergue de A Pena, pasando por delante de la iglesia y cementerio de San Mamede. Seguimos la carretera y más adelante entramos en Portocamiño y continuamos por ella junto a los prados agrícolas, hasta la salida de Cornovo, tras un cruce dejamos el asfalto y cogemos una pista que recorre el paraje del Altiño do Cotón, por un variado entorno de maizales, pinos y eucaliptos.
Volvemos de nuevo a la carretera, por un aburrido tramo de asfalto, que nos conduce hasta Vilaserío, aldea donde está la parroquia de San Pedro de Bugallido. Continuamos por ella, hasta cruzar el municipio de O Cornado y en el siguiente cruce que giramos a la izquierda. Más adelante subimos un pequeño repecho y su posterior bajada, por un paisaje de parcelas agrícolas, donde podremos ver alguna pequeña granja ganadera.
Seguimos la carretera DP-5604 durante medio kilometro y la dejamos un poco más adelante por la izquierda, para llegar a zona con abundantes cultivos de maíz. Continuamos caminando por un tramo variado, con alguna zona sombreada, hasta cruzar el puente sobre el río de Maroñas y llegamos a la aldea con la parroquia del mismo nombre, donde nos saludan dos hórreos típicos. Continuamos por pista con algún tramo arbolado, hasta llegar a Santa Mariña, donde hay una intersección marcada con un cruceiro. Giramos a la izquierda, para almorzar en bar del albergue Casa Pepa.
Después de haber recuperado fuerzas en el Bar, proseguimos nuestra marcha con buen ánimo y un ameno dialogo, dispuestos a afrontar la larga etapa que nos queda. Rui es un joven recién casado, que hace el camino en solitario igual que yo .Me habla de su trabajo como ingeniero y de su vida en Portugal. Siendo tan joven, me sorprende gratamente, los estímulos emocionales que le motivan a realizar esta bonita aventura en solitario. Es una motivación interior difícil de describir, si no se vive la experiencia personalmente.
Volvemos al cruceiro y el camino sigue a la derecha en busca de la carretera AC-400. Hay que ir con cuidado, ya que los coches pasan a gran velocidad. Trescientos metros después dejamos la general por la derecha y cogemos una pista vecinal asfaltada en subida, hasta Bon Xesús y Gueima. Desde esta aldea, continuamos ascendiendo hasta Vilar do Castro. Continuamos un tramo asfaltado y llegamos a un cruce. Giramos a la izquierda y subimos una buena pendiente de pista hasta el mirador de Monte Aro, donde hay una bonita panorámica y se pueden sacar buenas fotos.
Iniciamos el descenso de la montaña por una pista, hasta tomar un camino, que nos hace dar un gran rodeo, para llegar a la aldea de Lago. Continuamos hasta Porteliñas y Abeleiroas. Cruzamos la aldea y giramos a la izquierda. Seguimos hasta que llegar la iglesia parroquial de San Cristobo de Corzón, sobria construcción rural con elementos del románico hasta el neoclásico. Antes de llegar población de Busto, giramos a la izquierda, para afrontar una larga recta hasta el núcleo de Mallón. Giramos a la derecha para tomar una carretera y llegamos al puente que cruza el bonito río Xallas, donde hacemos varias fotos. En este mismo lugar, en 1809, los campesinos gallegos intentaron sin éxito, frenar el avance de las tropas francesas. Dejamos a un lado la aldea de Ponte Olveira y seguimos la carretera hasta entrar el centro de Olveiroa, donde paramos a tomar un café.
Descendemos la calle para salir de la población y giramos a la altura del mojón 34, 558, tras cruzar un arroyo, tomamos una senda que confluye en la pista, que lleva al embalse do Castrelo. Pasamos una curva muy pronunciada y cogemos un camino por la derecha, que sube hacia a una línea de aerogeneradores. Seguimos por la ladera de la montaña y llegamos por un tramo, en el que podemos disfrutar de unas preciosas vistas del río Xallas, que trascurre majestuosamente entre montañas, encajonado por una tupida vegetación. Nos detenemos a hacer fotos y continuamos nuestro camino descendiendo al paraje de Vao de Ripas, donde cruzamos el río de Hospital por un puente de piedra. Pasamos una cuesta y entramos en la bonita aldea de O Logoso, situada en las laderas del monte Castelo, donde termina la etapa mi compañero Rui.
Yo continúo mi camino en solitario, subiendo por un bonito paraje boscoso, que me lleva a bordear la aldea de Hospital. Cuyo nombre se debe de la existencia de un antiguo hospedaje para peregrinos (S. XIII), destruido en su avance, por las tropas napoleónicas.
Sigo ascendiendo por la carretera CP-3404 y paso junto al último bar donde aprovisionarme hasta Cee. Salgo por la derecha, acortando un tramo por la carretera antigua, que me lleva a la rotonda, donde se encuentran los dos mojones, que bifurcan los caminos a Finisterre y Muxía.
Continúo un tramo de carretera en dirección Fisterra, bordeando una gran factoría ferro atlántica, abandonándola un poco más adelante para tomar una amplia pista montañosa , rodeada de tojos, pinos y eucaliptos, que me conduce hasta el crucero de Marco do Couto.
Paso el cruce y continuo por una pista con paisajes similares, con una bonita panorámica de Buxantes, hasta que llego a la ermita de Nosa Señora das Neves (S. XV). Aunque en 1780 sufre una reconstrucción. Es un santuario de estilo románico – neoclásico, que cuenta con un pequeño rosetón, ubicado sobre la puerta principal de entrada. La iglesia guarda en su interior un grabado con la silueta de un pie. La tradición cuenta, que es la huella de un peregrino francés, que se dirigía a Finisterre y falleció en el lugar.
Después de hacer varias fotos, me detengo en el merendero para comer algo y prosigo el recorrido por cómodas pistas de montaña, recorriendo el repoblado monte do Lousado, hasta llegar a la ermita de San Pedro Mártir. (S. XVII), donde hay una fuente para refrescarse. Prolongo la marcha y al pasar el cruceiro da Armada, me invade la emoción, al ver por primera vez una bella panorámica del Cabo Finisterre, presidiendo la costa de la muerte, bañada por el atlántico.
Continúo descendiendo pronunciadamente, por un camino con vistas a la ría de Corcubión, me voy acercando a los barrios altos de Cee .A partir de aquí entro el caso urbano, pasando por el cementerio, el Pazo de Cotón (S. XVIII) y la Parroquia de la Virgen de Xunqueira (S. XVI) y acabo la etapa en la bulliciosa plaza del Mercado, repleta de gente, que llenan las terrazas de los bares.
Cee, en la antigüedad estuvo poblado por los Nerios y el siglo XII, era una pequeña villa agrícola, que lentamente se fue abriendo al mar, lo que provocó un gran avance económico. En abril de 1809 fue invadida por los franceses, que dejaron un rastro de muerte y destrucción en el pueblo .En el siglo XIX, se produjo una importante crisis en las pesquerías, que indujo a emigrar a varios habitantes de la población.
Actualmente cuenta con interesantes edificios del siglo XIX, como el museo Fernando Blanco de Lema o la Casa Mayán y del siglo XX, como la Casa Guillén o la antigua Casa del Concello, que es ahora la escuela de Música Municipal.
Cee, es el municipio más grande de la Costa da Morte, (de unos 8.000 habitantes), y el centro de servicios de la comarca. Cuenta con el Hospital Virxe da Xunqueira y varias tiendas o comercios. Además es muy turístico, con varios hoteles, restaurantes y locales de ocio .También tiene una importante oferta cultural, educativa y deportiva. Asimismo, cuenta con una amplia variedad de playas, como la de Estorde o la de Gures, que, por su situación al abrigo del viento, es muy concurrida y finalmente podemos destacar la playa de Lires, donde desemboca el río Castro.
Fecha de realización, 02-08-31
Km recorridos, 48’500
Imágenes de la etapa: