Jefe de expedición:
Manolo. 35 años. Asesor de material deportivo Inter Sport. Yecla ( Murcia )
Resto de componentes del Centro Excursionista de Yecla:
Pedro. 47 años. Funcionario.
José. 43 años. Empresario de la construcción.
Jesús.38 años. Comercial.
Centro Excursionista de Caudete:
Carlos Francés. 28 años. Electricista.
Unai Uribe. 27 años. Electricista.
Miguel A. Benito. 29 años. Electricista.
Club de Montaña Acclivis:
José Antonio. 36 años. Repartidor.
Sábado 25 de Enero del 2003
Aeropuerto de Alicante. 8:15 h. Está todo listo. El avión que nos llevará a Madrid saldrá a las 11:15 y la familia se lamenta de nuestra ausencia con un poco de resignación.
Está despejado y la vista compensa cualquier temor a volar, se desde granada a Teruel Elevamos el vuelo a las 22:50 un vuelo que va a ser pesado. Nos esperan 11 h sentados, con el castigo añadido de no ver la costa brasileña y uruguaya por ser de noche.
Domingo 26
El Boeing 747 de la compañía Aerolíneas Argentinas llega puntual a la capital Buenos Aires, donde hace una temperatura de 30º C a las 7:15 h. En España son las 11:15 h. Una hora más tarde embarque con destino a Chile, concretamente a Santiago. Acabo de tener la sensación de que al despegar los motores del avión se paraban. Creo que ha sido un golpe de efecto producido por el miedo a volar que aún no se me ha quitado. Vaya vistas desde aquí arriba. He podido grabar un poco.
A las 10:15 pisamos suelo chileno e inmediatamente recogemos el equipaje. Tenemos ganas de conocer cómo se mueve la gente por aquí. La primera persona que conocemos Cristóbal, un emigrante español que dejó su trabajo de policía en Yecla y se aventuró a vivir en esta tierra, era nuestra persona de contacto y la que se ha encargado de que este todo a punto. Nos dirigimos en taxi al Hotel el Castillo, cuyo Restaurante – La Bodeguilla – es de su propiedad. Aquí organizaremos los petates, tomaremos una ducha fría y una cerveza estamos a 38 ºC. Antes de comer tenemos el gusto de conocer al presidente del club de escalada andino. Se llama José Luis y se ha encargado del tema de los permisos y de los arrieros. Ha subido catorce veces al Aconcagua, algunos menos al Tupungato y ha realizado ascensiones muy importantes en los Andes. Es nativo y para la gente de su país es una eminencia de la montaña. Oírle hablar me produce una sensación de respeto, admiración y, porque no decirlo, miedo. Nos cuenta las hazañas y tragedias que todavía están en sus recuerdos. Nos enseña recortes de periódico de gente que ha dejado su vida por un sueño que nuestra expedición comparte. Gente que ha visitado el volcán y no ha regresado.
Lunes 27
Por la mañana visita al centro de la ciudad. Preparamos la salida del día siguiente.
Martes 28
Cargamos los petates en la furgoneta y procedemos a tomar la ruta del cajón del Maipo, junto al río Colorado y dirección Alfafal, donde tenemos que confirmar la salida, entregar los permisos y dejar los pasaportes.
Acabados los trámites partimos hasta Chacayar, a 20 Km., donde se acaba la comodidad de la furgoneta. Es el punto de partida de la expedición. Aquí nos esperan los arrieros Jorge y Renato para cargar los petates en las mulas. Es muy importante protegerse del sol porque aparte de las elevadas temperaturas ( 39º C ) nos han dicho que el ozono es escaso en ésta parte de Chile.
A una altitud de 2400m. Sobre el nivel del mar y siempre a la derecha del río Colorado nos aproximamos a Baños Azules. En este lugar mágico es donde montaremos el primer campamento. Son las 16:30 y tenemos toda la tarde para disfrutar del paisaje, remojarnos en el río o pasar unos momentos inolvidables en los baños naturales. Son formaciones de roca de azufre moldeadas por el agua pacifica que invitan al visitante a tomar un baño relajante.
En algún momento he sentido dolor de cabeza. Tenemos muchas dudas de lo que nos podemos encontrar arriba.
Miércoles 29
Partimos hacia Vega de los flojos donde estimamos acampar. Tras dos horas de camino nos cruzamos con una expedición británica que anda de regreso. Uno de los componentes nos cuenta que han abandonado a una altitud de 6000 m. Se les ve muy cansados.
Confiamos que no sea el preludio de nada. Como fondo de un inmenso valle podemos contemplar aquella montaña a la que hemos retado. La sensación de proximidad es difícil de apreciar. Aún así es impresionante.
Al final de dicho valle hemos de atravesar el llamado – mal paso– . El río que lleva el mismo nombre ha erosionado la tierra de tal forma que sus riveras parecen acantilados. Muchas mulas con la carga mal colocada se han despeñado. Atravesar ésta maravilla natural es algo que da chispa a este tipo de aventuras, porque a veces incluso nosotros tenemos dificultades en los estrechos caminos. Me pregunto cómo pueden pasar los animales. En ocasiones la carga que sobresale por los laterales puede llegar a tocar en las paredes.
Ya en Vega de los Flojos, donde estaba previsto el segundo campamento de aproximación, hemos decidido descansar un poco, comer y continuar un par de horas más .El agua en ésta zona fluye con lentitud, lo que nos obliga a llevarla. Es algo que puede minar nuestros ánimos. En estos momentos una persona se da cuenta del valor que tiene algo tan común como el agua potable.
A las 17:00 nos ponemos en marcha. Renato nos advierte de que los ríos que vamos a cruzar son peligrosos ya que en ocasiones se producen crecidas momentáneas causadas por el deshielo de los glaciares. Como prevención hay que pasar rápido y siempre mirando hacia arriba. En Vega de las Perdices montaremos, ahora si, el segundo campamento. Hoy hemos hecho un esfuerzo considerable, pero en la cena y posterior tertulia ya se ven las cosas de otra forma. Parece que uno no tiene más remedio que habituarse a lo no cotidiano.
Jueves 30
Tenemos que apresurarnos porque las mulas no encontrarán pasto en altitudes comprendidas entre los 3800 y 4400 m. Nos hemos saltado de nuevo otro campamento, Los Españoles, para llegar a Penitentes que dista en altitud a unos 500m.Descargamos el material y los arrieros regresan ya con los animales ahora libres de carga y nos desean suerte.
Dos semanas después los volveremos a ver. Hemos descargado el material a la orilla de un nevero al no poder avanzar más, así que nos toca cruzarlo cargados. Para poder hacerlo hay que abrir huella entre los afilados penitentes que se resisten incluso a los golpes del piolet. El sol y el viento son los encargados de esculpir las figuras de hielo creando así miles de formas fantasmales.
Al otro lado de esta obra de arte natural encontramos el lugar perfecto para montar el Campamento Base. Es sabido que en altitud hay que racionar la intensidad del trabajo y esto es algo que no hemos respetado. Manolo siente angustia, dolores de cabeza muy intensos e incluso he llegado a vomitar. Estamos a 4390ma. Ahora sabemos perfectamente cuáles son los parámetros por los que debemos movernos en cuanto a esfuerzo se refiere. Esta experiencia nos servirá de mucho en mayores altitudes.
Viernes 31
Hoy es día de descanso que nos servirá de aclimatación porque aquí el oxígeno ya se echa en falta.
A pesar de lo mal que hemos dormido me encuentro bien. La mañana discurre entre bromas y risas. El paisaje es espléndido y todo el mundo parece saborear el momento. Por la tarde preparamos el equipaje que tendremos que portear mañana. Para entonces habrá mucho trabajo por hacer. Ahora hay que echar una partida de petanca con piedras.
Sábado 1 de Febrero
He dormido como en casa, además físicamente estoy a tope. Un desayuno potente hace que tenga ganas de romper el altímetro. La mochila está repleta: piolet, crampones, cuerdas, comida… unos 18 Kg. que ayudarán en aclimatar las piernas.
Comienza la ascensión por una de las aristas que nos llevarán al llamado paso Tupungato a 4800 ma. Los que van en cabeza están imponiendo un fuerte ritmo. Yo, en cambio prefiero la cautela y no me importa quedar rezagado.
El tiempo es perfecto. A medida que vamos subiendo y sobre todo al sobrepasar los 5000 ma. La cabeza deja de responder con precisión, los movimientos han de ser muy lentos, pues los pulmones y el corazón van a destajo.
Los expertos andinos dicen que un -6000- aquí es tan duro como un –8000- en el Himalaya. El viento que sopla del NE hacia la costa del Pacífico provoca el llamado –efecto venturi- creando una zona de baja presión donde el oxígeno escasea más si cabe y por tanto las condiciones del escalador quedan más limitadas.
A unos 70 Km. de distancia, emergiendo entre las montañas de alrededor, se aprecia la grandeza de la montaña más alta del continente americano. La cumbre del Aconcagua con sus 6970 ma. Es deseada por montañeros de medio mundo. La persona que ose subir deberá soportar una dureza extrema comparable a la de nuestro volcán, el cual destaca en más de un kilómetro de altitud sobre cualquiera de las cumbres que le rodean, lo que le hace todavía más majestuoso. Desde aquí arriba es posible ver numerosos glaciares que nacen de las diversas cumbres –5000m.- que componen uno de los circos de montañas más bellos del mundo.
No podemos quedarnos mucho tiempo a ésta altura 5150 ma. Amarramos el material con piedras y procedemos al descenso. Al frente inmenso valles con ríos y afluentes. La bajada es rápida pero termina por atragantarse, quizás por el ansia de descanso. Aprovechando el desahogo que produce el descenso no podemos evitar que algunos pensamientos nos ronden la cabeza, temor, esfuerzo recuerdos por nuestra familia.
A las 15:20 aproximadamente llegamos al campamento base muy cansados pero contentos sabiendo que hemos dado un paso importante. Comida y siesta son los ingredientes necesarios para recuperarse y poder disfrutar de una buena partida de petanca. Más tarde cena y tertulia.
Domingo 2
¡Que dolor de cabeza. ! Una persona que vive normalmente a una altitud de 300 m. no puede acostumbrarse en cinco días a las altitudes por las cuales nos movemos. Algunas veces una Aspirina es la solución.
Hoy descansaremos y tomaremos fuerzas para el segundo porteo. Aprovechando el tiempo libre hemos construido un ajedrez con piedras. Ya tenemos entretenimiento para rato.
Lunes 3
Poco después de iniciar el ascenso nos damos cuenta de que podemos soportar mejor el ritmo de subida. Esto se debe, por un lado a que el peso de las mochilas es ligeramente más liviano que el del ascenso anterior y por otro a que nos estamos acostumbrando a trabajar en altitud. Las cosa cambian cuando llegamos al sitio donde dejamos el primer porteo y lo añadimos a lo que ya llevamos el peso entonces se acerca a los 25 kilos, el objetivo de llegar hasta donde nos alcancen las fuerzas.
Cuanto más arriba subamos menos dificultades encontraremos en la siguiente subida. Tenemos que tomar la afilada arista norte, donde el viento parece soplar eternamente, y buscar refugio para comer algo. A la izquierda la vertiente argentina y a la derecha la chilena. El peso que llevamos parece multiplicarse a medida que subimos y a esto se suma que los termómetros aquí marcan ya negativo a cualquier hora del día. Hemos llegado a la cota de 5500 ma. donde vamos a dejar el material. A pesar de notarnos fuertes en el ascenso, hoy hemos sufrido un duro azote mental y físico. Hemos conseguido llegar con dificultades y tenemos que volver porque el desgaste no tardará en pasar factura. La bajada es casi eterna, pero se acaba, como todo. El buen tiempo nos acompaña por el momento, si exceptuamos el viento cortante que sopla ahí arriba. Atrás quedan siete horas de duro trabajo. Quien lo diría , ¿ solo siete horas y tanto cansancio ?. Todo montañero que se haya movido en éstas altitudes comprenderá mis palabras perfectamente. Ya en el campo base una fabada y una siesta hacen que nos olvidemos de los malos momentos.
Martes 4
Descanso merecido. Por la mañana aseo personal. Alguien da la voz de que no estamos solos y podemos ver cómo se acerca una persona en la convivencia. Se presenta en inglés. Se llama Hemak o algo así, es alemán y dice ir acompañado por un amigo. Mañana acamparán aquí, pero sin nosotros, pues partimos hacia el lugar donde montaremos el campamento de altura y estaremos dos días para el asalto.
Empezarán su odisea particular más adelante. Ahora sólo vienen porteando equipaje desde su campamento, -Españoles- y llevan una aclimatación diferente a la nuestra. Entre otras cosas comentamos la tragedia de su compatriota que perdió la vida aquí hace tan sólo dos semanas al intentar un ascenso en solitario. Se rompió una pierna y sin comunicación alguna hizo frente a los elementos sin éxito. Al poco tiempo llega su compañero Andrea, quien sí habla español .hablando con ellos pasamos lo que resta de mañana y antes de que se vayan tomamos té y unos tragos de vino.
Ahora sólo pensamos en cumbre y es algo que denota cierto nerviosismo en cada uno de nosotros.
Miércoles 5
7:00 h. Sabemos que hoy es uno de los días decisivos por lo que el desayuno ha de ser fuerte. La noche no fue muy propicia para coger fuerzas por la falta de sueño. Por un lado los nervios de un enfrentamiento cara a cara con nuestro sueño y por otro una copiosa cena intentando aprovisionarme de energía, pero aquí hemos venido a luchar contra lo que haga falta. Todo normal hasta llegar al porteo, donde hemos de buscar la forma de volver a comprimir el material en las mochilas, subir unos 190 m y montar el campamento de altura. Al peso de los anteriores porteos se une ahora el de las botas de plástico. Es preferible subir con bota blanda y cambiar en el último tramo, donde las bajas temperaturas son casi insoportables. Esto se hace para no castigar en demasía los pies, tan importantes en éste tipo de actividad de montaña. El viento está soplando fortísimo. Respirar en este inhóspito sitio es como tragar alfileres. Montamos las tiendas a los lados de un muro de piedra construido por montañeros de anteriores expediciones y tras comprobar que éste no es suficiente parapeto decidimos reforzarlo y hacerlo más alto. Aún así debemos amarrar el igloo con grandes piedras dentro del habitáculo. Toda seguridad es poca cuando soplan ráfagas de 80, y en ocasiones de hasta 100 Km./h.
Lo que en veinte minutos hubiésemos hecho a nivel del mar sin esfuerzo alguno, aquí nos ha supuesto una hora de duro trabajo que ya se empieza a traducir en un dolor de cabeza difícil de soportar acompañado de angustia y falta de apetito y sed. No quiero pensar que el viento pueda soplar más porque aún con todas las barreras que hemos puesto en su camino hace que la tienda se deforme en las rachas más fuertes.
A las 17:15 h, ya dentro de nuestro pequeño refugio, en la inmensidad de la montaña, nos sentimos sólo un poco más protegidos de la furia de la naturaleza.
Es hora de salir de la tienda a derretir nieve para poder cocinar algo caliente. En éste momento detesto cualquier alimento y aún a sabiendas de que mañana es el ataque prefiero no tomar nada. Si me sienta mal se habrán acabado todas mis opciones así que dejaré mi parte para Carlos, que tampoco tiene hambre pero decide alimentarse.
Aunque estamos a 900 m del objetivo nadie tiene el convencimiento de que podamos cumplirlo, a menos que la caja de Pandora se cierre un poco, sobre todo a la hora de salida ( a las 3:00 h. ) que es cuando la temperatura oscilará en torno a los -30º C. Son las 19:00 h. Y nos espera un descanso un tanto agitado, pero al fin y al cabo descanso, si bien es cierto que a casi 6000 ma.
Los músculos no se regeneran con facilidad y se respira con el ansia que produce la falta de algo tan vital como es el oxígeno. Pese a la oscuridad puedo ver la forma de la tienda. Eso es lo que veré en las próximas horas porque lógicamente no voy a dormir. Mi compañero sigue despierto y los dos hemos enmudecido abrumados por el sonido del viento al golpear en el igloo y pensando en el ataque a una cima que cada vez se ve más difícil. Los termómetros marcan 7ª C en el interior.
Pasadas las 3:00 de la madrugada, hora a la que debíamos salir hacia el objetivo, el tiempo sigue siendo hostil y Manolo, el jefe de la expedición no da orden de marcha, así que seguimos mirando el techo de la tienda. Hemos sentido miedo y empiezo a pensar que, pese a estar a 900 m de lo más alto del volcán andamos lejos de alcanzar esa cota.
Jueves 6
¡Vaya noche! Son las 8:00 y la violencia del viento es algo más leve. Un duro golpe ha hecho mella en el grupo. Cuatro miembros de la expedición desestimamos en el empeño de realizar la ascensión a la cumbre por experiencia sabemos que será agotador. De todas formas otros compañeros deciden afrontar la ascensión a la cubre.
Hasta el momento. Los primeros en salir son Manolo y Unai. Ellos se han apresurado a preparar el ataque. En cambio Carlos y Miguel han salido media hora después comprendiendo que el tiempo apremia e intentando no perderlos de vista. Es importante acertar con la ropa, el agua y la comida. En los primeros 200 m. ya podemos sentir cansancio. ¿Cómo es posible? Al superar los 6000 ma. La pendiente se incrementa y las pedreras resbaladizas van retrasándolos. Todo parece estar diseñado aquí para dificultar el ascenso.
La arista Norte les lleva a tres canaletas de las cuales desconocen el estado de la nieve y el hielo, pero en cambio saben la inclinación y dificultad de acceso. En principio deciden que la canaleta central es la que nos ofrece mejores condiciones, pero para llegar a ella hay que abrir huella en la nieve. Si a esto se le une el factor viento el esfuerzo puede ser inhumano. Al pisar la nieve, ésta queda a la altura del muslo, una trampa que puede dejar sin fuerzas a cualquiera en cuestión de minutos. Ninguna de las múltiples expediciones en ésta temporada (pronto entrará el otoño, por tanto estamos a finales) ha conseguido coronar esta montaña.
La única huella que encuentran se dirige a la canal izquierda y los compañeros deciden seguirla con algo de esperanza. Si superan sus 140 m de desnivel estaremos rozando la cumbre. Acabamos de ver cómo llegan a la base donde se han detenido, a una altura aproximada de 6300 ma. La segunda cordada en cambio sigue subiendo ya con casi 6100 ma. A sus espaldas han parado un momento a filmar y es ahora cuando dice Carlos que Manolo y Unai se han dado la vuelta. Algo va mal. La canal de la izquierda está inaccesible debido al hielo acumulado.
El tiempo se agota y no nos da la posibilidad de intentos en otras rutas porque hay que contar con el descenso. Tampoco nos podemos quedar a dormir en el campamento de altura porque las previsiones y el agotamiento no nos dejan alternativas. Habíamos apostado fuerte y les ha llegado el momento de abandonar. Se queda una sensación de tristeza e impotencia y a la vez nos hace sentirnos satisfechos. Todos y cada uno de los miembros de la expedición somos partícipes de haber alcanzado la cota de los 6350 m. Y por supuesto que estamos contentos porque tenemos la certeza de haber hecho todo cuanto ha estado en nuestras manos. No nos sentimos perdedores. Mucha gente ha muerto en el intento de vencer a ésta montaña y ha fracasado. El espíritu de superación les trajo hasta aquí y perdieron la vida haciendo algo que amaban.
De todas formas no hemos podido evitar derramar alguna lágrima pensando en nuestra familia y en aquellos que pusieron sus esperanzas en nosotros. Lo dimos todo y dejamos aquí una cuenta pendiente que quizás algún día saldemos.
Poco a poco descendemos en una de las montañas más bonitas de los Andes, llamada por los nativos –montaña de tormentas- o -mirador de estrellas-. Atrás queda un mito, un gigante. Es la hora de superar la bajada que terminará por agotar todos los recursos humanos que nos quedan. Al llegar al Campamento Base nuestros compañeros nos esperan y a la bienvenida se unen los alemanes que ya conocemos y un argentino, Máximo al que acompaña un brasileño llamado Pedro. Ellos recibirán el testigo. Por la noche el Campo Base está de fiesta.
tuvo que ser una experiencia inolvidable, leyendo tus palabra uno se puede imaginar ascendiendo el volcán Tupungato.
en enero de 2009 voy a intentar esta misma cima, me gustaría que me pudierais dar algún consejo, ya que vosotros lo habeis vivido intensamente.
yo intente hace 2 años el aconcagua pero las prisas me derrotaron y termine con edema pulmonar, esta vez voy con mucho mas respeto hacia la monntaña, ella es la que manda.
como me puedo comunicar con vosotros?
saludos
lolo