Como hicimos noche en Caravaca, iniciamos la ruta más temprano que en etapas anteriores, para llegar con tiempo a la misa del peregrino, que era a las doce.
Alumbrados con la luz de nuestros frontales, dejamos atrás Bullas en busca de nuestra última jornada. Tras caminar por un tramo de carretera, nos introducimos en la Vía Verde. Dejamos el paisaje de viñedos y nos introducimos en una zona más montañosa, dominada por bosques de pinares. Por cierto, los desniveles del terreno son inapreciables, ya que evitamos los repechos, pasando por largos túneles o altos puentes, siguiendo el trazado del viejo ferrocarril. Al cruzarlos nos permite contemplar las bonitas vistas de la zona desde un lugar privilegiado.
Pasamos por el paraje del Cristo Del Carrascalejo y la sierra de Burete, con su arroyo y seguimos el camino pudiendo contemplar las ruinas romanas de Begastri. Llegamos a Cehegin y bordeando la población, nos tropezamos con su antigua estación de tren, este si esta reformada y con utilidad.
Paramos en un área de descanso para almorzar, desde allí teníamos una bonita panorámica, de la ciudad (declarado conjunto histórico). Después de reponer fuerzas continuamos el camino y atravesamos un largo túnel del antiguo tren. A la salida, ya podemos vislumbrar a lo lejos la ciudad de Caravaca, coronada por su castillo. Entramos a la población por la antigua carretera, con unos enormes árboles, a cada lado de la misma, cuya sombra nos ayuda a hacer más llevadero el fuerte calor.
Seguimos callejeando dentro de la ciudad y pasamos por el arco del Ayuntamiento e iniciamos la dura subida por la cuesta del castillo, donde nos encontramos el monumento a los caballos de vino. La misma que recorren en pocos segundos cuatro mozos, cogidos al caballo, recorriendo una distancia de 80 metros, rememorando así el momento en que los templarios rompieron el cerco moro, introduciendo en el recinto unos pellejos de vino, para sanar a los enfermos prisioneros. Cruzamos la puerta del castillo y podemos contemplar, el majestuoso Santuario de la Vera Cruz, final de nuestro camino.
La antigua fortaleza del siglo XVII, es la que ha dado lugar al Santuario. La presencia en èl de la Vera Cruz, ha contribuido a su conservación. En su interior se halla, además, el Museo de la Vera Cruz. El conjunto fue declarado Monumento Historico-Artistico de carácter nacional en 1944.
Este emplazamiento se ha convertido en lugar de peregrinaje, convirtiéndola en sede jubilar a perpetuidad desde 1998.Aquí nos sellan las credenciales, y nos entregan el certificado del peregrino.
Finalmente asistimos a la misa del peregrino, después pudimos contemplar la basílica de la Vera Cruz y las estupendas vistas que se pueden contemplar desde la fortaleza. Ya con la satisfacción de haber cumplido nuestro objetivo y la alegría de haber acompañado a Paco a cumplir su deseo.
Imágenes de la etapa: